Entre la niebla eterna de Kirigakure se delinea la silueta de un hombre que a sus espaldas lleva una enorme espada de decapitacion, un zanbatou. Sus pupilas se pierden en la inmencidad de la aldea.
-No ha cambiado en nada...-
Murmura suavemente tras los vendajes que cubren su boca, el demonio de la neblina sangrienta ha regresado a su hogar.
-Finalmente llega la calma...-